Es un proceso de mecanizado con el que se logra reducir la rugosidad superficial de una pieza aplicando presión ya sea con un rodillo templado de superficie pulida o mediante el uso de puntas de diamante. La herramienta aplasta las crestas generadas en el proceso de torneado, reduciendo sustancialmente su valor Ra. Su aplicación más común es la de mejorar el acabado en piezas con ajustes muy exigentes.